miércoles, 24 de abril de 2013


Una mente maravillosa (A Beautiful Mind)

Una mente maravillosa


Ficha técnica

Dirección: Ron Howard
Producción: Brian Grazer, Ron Howard
Guion: Akiva Goldsman
Basada en: Una mente maravillosa de Sylvia Nasar
Música: James Horner
Fotografía: Roger Deakins
Montaje: Dan Hanley, Mike Hill
Protagonistas: Russell Crowe, Ed Harris, Jennifer Connelly, Christopher Plummer, Paul Bettany, Adam Goldberg, Josh Lucas
País: Estados Unidos
Año: 2001
Género: Drama, Biográfica
Duración: 135 minutos
Idioma: Inglés
Clasificación: +13

Sinopsis:

Las clases de John F. Nash son tediosas
John Nash (Russel Crowe) recibe junto a un compañero una beca para estudiar matemáticas en la prestigiosa  Universidad de Princeton. Durante su estancia allí, la competitividad será una de las numerosas caras que probará de la vida universitaria. Varios años después, Nash es llamado por el Pentágono para incluirlo en su proyecto de espionaje y descifrado de códigos secretos rusos, asunto que, hará peligrar su existencia complicándola con el fugaz enamoramiento que siente con Alicia Lardé, alumna suya.

Opinión

La "conspiranoia" aguda es un síntoma de esquizofrenia
Tratándose de una obra nominada y ganadora de varios premios de la Academia, podríamos considerar que se trata de una buena pieza, disfrutable y que se antoja lacrimosa. Sin nunca llegar a negar lo antes dicho, podemos llegar a notar ciertos momentos que se hacen un tanto pesados, ya sea por su espesa disolución o por el propio tema a tratar. Sin embargo, llegado cierto punto de la película el interés que podemos llegar a mostrar se intensifica. ¿Qué todo lo que ha estado viviendo ha sido producto de una serie de fortuitos desvaríos provocados por una terrible afección mental? Eso atrae, y mucho. Para nuestro gusto, el giro argumental se hace un poco de rogar y precedido de algún que otro momento de risa nerviosa que podrá amenizar aquellos momentos soporíferos y frustrantes que quizás algunos tomemos para hacer una escapada a la nevera (si se puede, claro está). Sin embargo, algo que debemos elogiar es la precisa y maravillosa adaptación de su novela homónima nominada al Pulitzer. Un guión tratado con delicadeza, que no sufre vergüenza al incluir cierto vocabulario que desestabilizaría la seriedad motora de la que hace gala la película, ya que, al ser biográficas muchas películas se ciñen demasiado al respeto absoluto y al no deshonrar la vida del sujeto a relatar.

En resumidas cuentas, se trata de un largometraje espeso como el merengue (cuyo nudo podemos considerar estupendo y con un giro argumental preciso e inesperado) pero que consigue disolverse dejando un regusto dulzón en el paladar  que puede dejar a algunos con buen sabor de boca u no.


Visión educativa


La curiosa manía de escribir  en cristal
No hace falta ponerse a indagar mucho para descubrir que la Universidad de Princeton goza de un prestigio más que suficiente como para ganarse el título de ser una de las más importantes del mundo. Una universidad privada, de estilo inglés que es partícipe de la Liga de la Hiedra, un conjunto de prestigiosas universidades americanas en la que se encuentra la archiconocida Harvard. Con esta información como preámbulo, podemos considerar que, en el año en el que se comienza a contar la historia (1947) el estilo pedagógico distará mucho de aquellos que se considerarían más indicados para la cimentación íntegra del alumno. El nivel de competitividad es muy alto, tan alto que en ocasiones el protagonista perderá la noción de la realidad y es a nuestro parecer el detonante y activador de la enfermedad que padece John Nash, la esquizofrenia paranoide. Los recursos a utilizar son muy tradicionales dada la época en la que comienza a narrar el relato, sin embargo, un hecho curioso es que las futuras teorías cooperativas de Nash, redactadas en su teoría del Equilibrio de Nash, naciesen en un ámbito tan elitista y competitivo. Todo este tipo de adoctrinamiento elitista, la precariedad o el desuso de nuevos métodos educativos y por supuesto, el tradicionalismo extralimitado al máximo nivel hacen de este ámbito educativo todo un conciliábulo de futuros estigmas sociales y de imposibilidades humanitarias. Inclusive las relaciones que pudiesen llegar a mantener con los catedráticos estaban infectas únicamente o en su gran mayoría por el deseo de superar al prójimo y que genera sin darnos cuenta (casi) en la película algo maravilloso. El único deseo de Nash es el de construir una economía cooperativa; economía solidaria, una economía que juegue con las estrategias fundamentales de todos los jugadores y que, con una competencia sana, lleguen a mostrar lo mejor de sí mismo. John F. Nash recibió el premio nobel por una tesis que elaboró a los veintiún años, la cual le otorgó el título de doctor. ¿Cómo una persona a esta edad es capaz de elaborar algo tan sumamente visceral y político de una manera tan realista y humana? La respuesta es sencilla: es producto de una mente maravillosa.

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